El capítulo 382 de Sueños de Libertad, que Antena 3 emitirá este martes 26 de agosto, llega cargado de emociones intensas, enfrentamientos desgarradores y decisiones que podrían marcar un antes y un después en la historia de los Carpena. La trama se centra principalmente en el matrimonio entre Digna y Don Pedro, una relación ya deteriorada que finalmente parece llegar a un punto de no retorno.
Desde los primeros minutos del episodio, la tensión se palpa en el ambiente. En la casa de los Carpena, Don Pedro se muestra confiado, quizá incluso algo relajado, hasta que aparece Digna con una mirada seria, casi implacable. La mujer, que ha pasado la noche reflexionando, se arma de valor y anuncia su decisión: ha llegado la hora de separarse de Pedro. Sin rodeos, le comunica que ha pedido a Rosaura y a Pruden que le preparen las maletas, pues esa misma tarde abandonará la casa.
La reacción de Pedro es inmediata. Desconcertado, intenta detenerla, recordándole que están casados, suplicándole que no lo deje justo ahora, cuando asegura necesitarla más que nunca. Pero Digna ya no se deja arrastrar por sus palabras: responde fría, distante, declarando que lo único que necesita es estar con su familia, especialmente con su hijo.
Este enfrentamiento se transforma rápidamente en un duro duelo verbal. Pedro insiste en justificar sus actos, en particular lo ocurrido con el hijo de Digna, pero ella no acepta excusas. Lo acusa con rabia de haber manipulado y atacado a un hombre que ya estaba frágil por su pasado con el alcohol, casi llevándolo a la destrucción total. Le grita que lo maldice por haber jugado con la vulnerabilidad de su hijo, dejando claro que no hay perdón posible.
Pedro, desesperado, trata de jurar que no fue su intención hacer daño, pero sus palabras parecen vacías ante una Digna que lo ve como un hombre egoísta, incapaz de querer a nadie más que a sí mismo. Lo acusa de haber hecho sufrir no solo a ella, sino también a Irene, Inés y Mateo, señalando que su vida entera se ha caracterizado por herir a quienes lo rodean. Con el corazón endurecido, le anuncia que regresará esa misma tarde únicamente para recoger sus pertenencias.
Es entonces cuando Pedro juega su última carta, revelando entre lágrimas que sufre una enfermedad terminal: cáncer de páncreas e hígado, con apenas semanas de vida por delante. Dice que Luz está al tanto de todo, que guardó silencio solo para no preocupar a Digna. Pero incluso ante esta confesión, ella no cede. Lo mira con desprecio, dudando de su sinceridad y acusándolo de recurrir a la manipulación más baja para retenerla. Sus palabras son contundentes: se irá de la casa y estará junto a sus hijos, porque son ellos quienes realmente la necesitan.
Mientras tanto, la otra gran trama del capítulo se desarrolla en el ámbito empresarial. Tasio llega a casa de Pedro para interesarse por su salud. El patriarca finge cierta recuperación, aunque pronto confiesa al joven que necesita estar al tanto de todo lo relacionado con la demanda de saponificación que amenaza a la empresa. Como no puede asistir en persona a la junta, le pide a Tasio que actúe como su representante, transmitiendo sus opiniones y, sobre todo, sus órdenes.

Tasio acepta, aunque no sin cierta incomodidad, pues entiende que esta responsabilidad podría recaer en Joaquín, miembro de la familia. Pero Pedro, con su habitual cálculo, le confiesa que prefiere que sea él quien medie con los empleados, convencido de que tiene más don de gentes y capacidad de negociación. De esta forma, se genera un nuevo foco de tensión entre Tasio y Joaquín.
Cuando Joaquín llega y se entera de que Pedro ha delegado en Tasio, no puede ocultar su disgusto. Se siente manipulado, desplazado, víctima una vez más de los juegos de poder del patriarca, que alterna favoritismos según le convenga. Pedro intenta compensarlo encargándole una misión distinta, pero igualmente crucial: asegurar el éxito absoluto del lanzamiento del perfume del 25º aniversario. Aunque Joaquín asiente, no logra ocultar la incomodidad que le genera esta dinámica en la que siempre acaba siendo manipulado.
En la sala de juntas, ya sin Pedro, Tasio toma la voz cantante. Con firmeza anuncia que, en ausencia del patriarca, será él quien lidere la reunión. Explica que Pedro le ha delegado la representación total y comienza a tratar el tema de la demanda, consciente de que la empresa se juega mucho. Joaquín, aunque intenta mantener la calma, no deja de sentir que está siendo utilizado y marginado. El ambiente es tenso, con los miembros de la junta expectantes y recelosos.
En medio de esta tensión empresarial, surge un momento inesperado: Digna irrumpe brevemente en la reunión. Con voz serena, pide hablar con Joaquín, pero al ver que están a punto de comenzar, pospone la conversación para más tarde. Se despide asegurando que pasará por casa esa misma tarde. Aunque su aparición es breve, la incomodidad se multiplica, pues todos perciben que algo grave está ocurriendo en el seno de la familia Carpena.
Este episodio se configura como un punto de inflexión dramático en Sueños de Libertad. Por un lado, Digna parece dispuesta a poner fin a su matrimonio con Pedro, mostrando una determinación férrea y dejando en claro que su prioridad son sus hijos y no un marido manipulador y autodestructivo. Por otro lado, la empresa se ve sacudida por intrigas y luchas de poder, con Tasio en un papel cada vez más relevante y Joaquín atrapado en el juego de Pedro, que lo empuja y lo aparta según sus intereses.
El gran interrogante queda abierto: ¿realmente Pedro dice la verdad sobre su enfermedad terminal, o se trata de otra de sus manipulaciones para retener a Digna? ¿Tendrá ella la fortaleza para seguir adelante con su decisión, incluso si la confesión resulta cierta? Y en el terreno empresarial, ¿será capaz Tasio de sostener la posición que Pedro le ha concedido sin que la desconfianza de Joaquín y el resto de la familia lo derrumbe?
El capítulo 382 promete ser un torbellino de emociones donde el amor, la traición, la enfermedad y el poder se entrelazan de forma explosiva. Lo que ocurra este martes podría redefinir el destino no solo de Pedro y Digna, sino también de toda la familia Carpena.